Recientemente hemos vuelto de nuestra estancia en Senegal, de la mano de Go Fishing, con Vítor Ganchinho y Cherif, su hombre de confianza allí. Nos hemos encontrado con un país lleno de buena gente, amigable, deportista y rebosante de arte y colorido. Nos hemos encontrado muchos contrastes, como ver ovejas por las calles sin asfaltar rodeadas de coches más o menos modernos. Hemos visto Baobabs maravillosos con grúas de obras al fondo. Hemos visto los kayucos de pesca tradicionales, pero también hemos visto trajes de neopreno, botellas de aire y fusiles de primer nivel. Ha sido un viaje de contrastes, a un lugar en el que las expectativas de pesca eran muy grandes y el batacazo ha sido considerable, pese a haber conseguido algunas buenas capturas.
Llampuga para Raúl al sandeel slug de 14 cm con un sandeel jig head de 29 gr.
Doblete de serviolas a jigging. Por fin pusimos a prueba los nuevos equipos de Okuma de jigging, ¡qué ganas teníamos ya!
Somos conscientes de lo que había hace nada, y somos testigos del grado de expolio que están padeciendo sus fondos, tanto de vertebrados como de invertebrados. Los bivalvos se van a los chinos (los tiburones ya se los acabaron hace tiempo), mientras que los erizos, meros y abades se van a nuestro país, toda vez que la morralla se vende a los senegaleses, de manera que la extracción de todo ser vivo es absoluta, día y noche, y las botellas de oxígeno pueden contarse por centenares.
El hecho de no pescar ningún pez de fondo de más de 400 gr lo dice todo, y es que todas las capturas reseñables han sido de pelágicos. O se toman medidas urgentes, o este país dejará en el olvido a sus antaño abundantes pargos cubera, meros, abades y demás, enterrando para siempre el turismo de pesca y buceo, que hubiesen podido explotar mejor que ningún otro país africano por tener infraestructuras antes que nadie.
Baobab, el árbol que puede vivir hasta 4.000 años y que me hizo llorar al abrazarlo.
El lago Rosa, de donde se sacan manualmente kilos y kilos de sal que van a las carreteras europeas.
Sin duda, un viaje que te deja un sabor agridulce, al comprobar cómo han echado por la borda la posibilidad de tener un desarrollo basado en el ecoturismo, y su manera de pensar "a la africana" (en el día a día donde no existe el futuro) está causando estragos casi irreversibles. Ahora mismo Senegal se encuentra inmerso en una burbuja propiciada desde el "primer mundo", pero ¿qué pasara si esa burbuja estalla? ¿Y si se acaba también la pesca pelágica? ¿Será entonces cuando tendremos una crisis humanitaria sin precedentes? De momento, allí está varado y medio roto un gran kayuco que consiguió hacer un viaje a Canarias hace 10 años, transportando una carga humana que huía de la pobreza. ¿Volverá a estar de servicio algún día?
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