jueves, 1 de marzo de 2018

MAURITANIA: EL PARAÍSO, UN POCO MENOS PARAÍSO


Uno de los peces más grandes de este viaje... la mitad que en años anteriores. 

Ya va una década de viajes a Mauritania, lo que da bastante de sí como para tener una cierta perspectiva de cómo va la cosa por esta porción del África Sahariana. No quiero ni pensar aquella época en la que el mítico Sagarra andaba pescando aquellas aguas, junto a más de un francés aventurero,  y es que sólo hay que echar un vistazo al cartel de récords del Centro de Pesca de El Pelícano, cerca de Nouahdibou, donde aparecen auténticos monstruos de especies que ni siquiera hemos conocido -ni conoceremos-, como el tiburón toro o el tigre. 

Pescar un elops de este calibre en superficie y con un equipo ligero... ¡maravilloso!

 Jerbo casi amaestrado... sólo le faltaba hablar. 

 Atardecer pateando áreas inundables cenagosas llenas de cangrejos violinistas... ¡precioso!

La cuestión es que hemos vivido la desaparición casi total de las enormes corvinas que poblaban su costa, junto a los African pompano, fruto quizá de la acusada merma de sepias que ha tenido la zona. Hemos vivido la diezma de las poblaciones de tiburones, que han pasado de ser muy abundantes a no verlos en toda la semana, ya que son peces muy sensibles a los excesos de la pesca, máxime cuando son objeto de búsqueda por la demanda asiática de aletas. 

El cámping se ha convertido en una "feria". Se ha llenado de gente que acude a pescar para llevarse el pescado. Si sumamos la presión de pesca senegalesa, la comercial europea y asiática, la tradicional mauritana y la deportiva...  no sé cuánto durará aquello con algo que pescar, y Senegal es un claro ejemplo.  

En esta ocasión, para colmo, nos encontramos con agua calma y dos días y dos noches de lluvia, algo poco usual en el desierto. La lluvia la llevamos como pudimos, pues no estábamos demasiado preparados para ello (las khaimas donde dormimos son de tela). El agua calmada no es amiga de los peces grandes allá, y quisiera pensar que este fue el motivo de que en esta ocasión no hicieran acto de presencia palometones de más de 10 kilos, y los capitanes o corvinas del Senegal no nos visitaran hasta el último día. 

Jamás pensé que me encontraría esto en uno de los sitios más ventosos que he visitado. 

Así, hubo que conformarse muchas veces con palometones pequeños y bailas de buena talla, practicando una pesca muy divertida con los equipos ligeros de spinning y mosca basada en patear muchos kilómetros en su busca, hasta el punto de que Paco midió 29 Km recorridos caminando en un sólo día, y que probablemente expliquen por qué dormía tan bien en un colchón roñoso tirado en el suelo y con lluvia salpicando a mi alrededor. 

Baila pescada a skipping con un Line thru sandeel. 

Fue muy duro para los mosqueros (Paco y Carlos), aunque sacaron sus palometoncitos. 

No hubo la jurelada de los últimos años, y sólo disfrutamos de un rato de frenesí en toda la semana, con unos jureles que se metieron en la playa a comer en los últimos minutos de luz. 

Uno de los palometones más grandes del viaje, al Sandeel Surf Walker. 

Como en todos los viajes, hubo una buena despedida. Fue un amanecer duro, deshechos ya por el cansancio acumulado, en el que a duras penas nos apuntamos un palometón cada uno,  y el mío pequeño. Quisimos darle la última oportunidad a Tafarit con la marea subiendo al haber entrado por fin viento fuerte de cara, y no encontramos los palometones, pero tuvimos un rato de capitanes realmente mágico, en el que cada vez que un sandeel o un monster slug se movía allá abajo, era atacado casi instantáneamente, ante la mirada atónita y desquiciada de la gente que había estado pescando allí toda la mañana. 

Paco Ortega "abrió la lata" en cuanto lanzó su sandeel slug desde las rocas. Automáticamente le seguimos los pasos.  

Uno de los capitanes de Carlos, también al Sandeel Slug. Los dobletes, tripletes y cuatripletes se sucedieron durante un rato.

El Monster Slug es el señuelo estrella para esta pesca, sin duda. Con un solo vinilo pude hacer una decena de peces consecutivos en el último rato de pesca del viaje. 

Sin duda, otro bonito buen sabor de boca para una semana de pesca muy dura, que te hace replantearte si volver una vez más a ese pequeño paraíso, aunque cada vez sea menos paraíso.  Gracias chicos, la buena compañía se echará de menos hasta la próxima aventura. 




Antonio Pradillo









No hay comentarios:

Publicar un comentario